Es muy importante para mantener la salud de los animales que ingieran una dieta equilibrada, que satisfaga las necesidades energéticas y proporcione los nutrientes adecuados y por supuesto es de vital importancia proporcionar el soporte nutricional adecuado cuando los animales están enfermos.
Un aporte adecuado de nutrientes es fundamental para obtener energía para la función celular, para la síntesis de proteínas, vitaminas y minerales y para el mantenimiento de la homeostasis. Los requerimientos energéticos varían en función de varios parámetros: edad, raza, sexo, nivel de actividad, estatus reproductivo, ambiente, y por supuesto del estado de salud o enfermedad del animal.
Muchas patologías se ven beneficiadas con el uso de determinadas dietas. En algunos casos y ante enfermedades agudas, es suficiente utilizar la dieta por un periodo corto de tiempo hasta que la enfermedad se cure; en otros y cuando se trate de enfermedades crónicas, la dieta deberá ser administrada durante mucho tiempo o incluso de por vida. Existen amplias gamas de alimentos dietéticos para animales que permiten satisfacer todas las necesidades de los perros y gatos que padecen las más variadas enfermedades. Hay dietas para la enfermedad renal, hepática, digestiva, cardiaca, o para las alergias; por poner sólo algunos ejemplos. Los animales con enfermedades digestivas deben consumir proteínas muy digestibles; en estos animales se debe incluir una única fuente de hidratos de carbono también muy digestible y asimilable y pobre en grasa. Incluir cantidades moderadas de fibra favorece el crecimiento de una microflora beneficiosa. Para la alimentación de los animales con cáncer se deben tener en cuenta los cambios metabólicos que ocurren debido a la enfermedad y administrar una dieta muy concentrada, de manera que requieran menor ingesta de alimento pero con alimentos ricos en proteínas y grasa. En animales con problemas renales crónicos hay que intentar detener la progresión de la enfermedad con dietas pobres en fósforo y con niveles de proteína controlados según las analíticas sanguíneas.
Cuando un animal está enfermo sus necesidades energéticas pueden aumentar sensiblemente por el incremento de su metabolismo. Si no se proporciona esa energía la tomará de sus reservas. Un animal sano, cuando no come, toma la energía de su grasa corporal mientras que el animal enfermo lo hace a partir de su músculo lo que conlleva una pérdida de peso, debilidad, retraso en la cicatrización y alteraciones en el sistema inmunológico, lo que aumenta su mortalidad.
En animales enfermos, siempre que el estado del animal y el tipo de enfermedad lo permitan, la mejor manera de proporcionarle el alimento es vía oral. Lo ideal es que un animal coma por su cuenta pero en caso de que se niegue o cuando el animal esté demasiado débil o anoréxico (con falta de apetito) el veterinario optará por emplear una sonda de alimentación.